Desarrollar conciencia ecológica plantando flores
A lo largo y ancho del planeta surgen movimientos sociales de resistencia cuya principal finalidad es cuidar el medioambiente. Desde el simple y llano activismo sostenible por los derechos de los animales, los bosques, los océanos y la biodiversidad, hasta los ecofeminismos o los movimientos indígenas del Sur global en defensa de la Tierra y del Territorio. Esto nos da una idea, primero, de hasta qué punto la emergencia climática está haciendo mella en todo el mundo, desplazando y afectando a miles de millones de personas; y también, lo importante que es aprender a valorar una sensibilidad especial hacia la naturaleza sea cual sea la manera elegida.
Una de esas maneras puede ser tan simple como aprender a plantar flores en casa, aprendiendo en el proceso sobre tipos de fertilizantes ecológicos y sus variados usos, especies concretas y sus necesidades específicas de agua y sol, y por supuesto climatología, particularmente aquella del lugar en el que vivimos. En definitiva, esta es una buena manera de aprender a empatizar con seres vivos que no son mamíferos, que no se mueven ni se comunican de una manera evidente con nosotros, pero que tienen el mismo derecho a la vida que animales y personas.
Además, este autoaprendizaje nos ayudará a darnos cuenta de hasta qué punto la naturaleza en sí, desde el cuidado del mar hasta la plantación de árboles, es fundamental para la supervivencia de nuestro pequeño y explotado planeta, el único que tenemos. Conocer más sobre el abono orgánico ecológico, por ejemplo, es una puerta al aprendizaje sobre cómo se nutren del suelo las flores y las plantas, y lo bonito que es ver cómo gracias a ese alimento crecen sanas y fuertes. Eventualmente, gracias a este aprendizaje aprenderemos también que sin estas flores y plantas, sin árboles y general, nosotros mismos estamos condenados.
En última instancia, aprender a cuidar flores y plantas, a ofrecerles el abono ecológico que necesitan, debería concienciarnos sobre la inquietante crisis climática. Porque la pandemia del coronavirus llegará a su fin en algún momento, pero el deterioro medioambiental sigue su curso y solo nosotros podemos pararlo.