Cómo colaborar con agencias de publicidad
Para cualquier pyme con objetivos de gestión autónoma del negocio, lo ideal es contratar a un profesional del marketing que gestiona absolutamente toda la labor de promoción de la empresa.
Esta promoción, por lo general, es online, con lo cual estamos hablando de un profesional multifacético capaz de llevar a cabo labores de SEO, creación de campañas, desarrollo de boletines de correo electrónico y administración del social media, incluyendo las principales redes sociales de la marca y la redacción, en caso de haberlo, del blog corporativo.
No obstante, esta no es la única opción de gestión de marketing que tiene una pyme, otra es contar con una agencia de marketing digital.
¿Se elimina en el segundo caso la autonomía empresarial? Algunos CEO pueden creer que sí, ya que subcontratar una agencia supone contar con una segunda empresa, independiente y ajena a la idiosincrasia del negocio en sí, y plegarse a sus propias condiciones.
Pero delegar en una empresa experta en marketing y publicidad no tiene por qué significar perder la independencia, ya que, de hecho, es el cliente quien impone sus propias condiciones. En otras palabras, la agencia de marketing tiene la responsabilidad de cumplir con el contrato, y el contrato incluye las directrices y las exigencias de la empresa que exige y necesita una campaña de marketing al completo.
Se trata, en definitiva, de una cooperación en la que ninguna de las partes pierde su libertad. Pero si así ocurriera, es la empresa subcontratada, en este caso la agencia, quien debe ceder.
El cliente es quien pone el dinero, y lo pone precisamente para que todas las estrategias llevadas a cabo en materia de contenidos, posicionamiento, anuncios o publicidad en general se ajusten del todo al tono, al estilo, a la estética y a los intereses de la empresa contratante.
Si no fuera así, contar con los servicios de una agencia de publicidad no supondría ninguna ventaja en absoluto. El caso es que se trata de la alternativa lógica y sensata para todas aquellas pymes pequeñas que, por cualquier motivo, no pueden permitirse la contratación de un profesional interno.