Menorca, paraíso y calma
La isla de Menorca es un paraíso que está al alcance de la mano, tanto por la distancia como por la parte económica. Saber que podemos disfrutar de la magia de una isla que nada tiene que envidiar a una playa en Hawai, Cancún o en Honolulu y sin tener que abonar el alto coste que alcanza un pasaje en avión para estos destinos tan lejanos, ni un alojamiento en hoteles de 5 estrellas.
Menorca está aquí y, seguro que, si decidimos conocerla, vamos a venir extasiados. Unos días de vacaciones en Menorca, son el mejor remedio anti estrés que hay. No solo nos sentiremos en paz sino que además, quedaremos fascinados con sus playas, calas, paisajes, parques naturales y la gran variedad de actividades de ocio y tiempo libre que nos ofrece Menorca, un paraíso que tenemos a la vuelta de la esquina.
Además, la amplia y variada selección de alojamientos en Menorca, no podía quedarse atrás. Hay alquileres de casas en Menorca para todos los gustos, colores y presupuestos. Alquilar una villa en Menorca es vivir el lujo de alojarnos en un espacio amplio, cómodo, equipado. Casas en Menorca ubicadas en un entorno privilegiado, rodeado de jardines, piscina privada, ambiente tranquilo y sosegado. Casas frente al mar, un espacio donde poder disfrutar de uno de los mayores privilegios del ser humano actual, el silencio. Un silencio a penas roto por el trinar de los pajarillos y la dulce y pausada melodía del mar.
Una de las grandes ventajas de viajar sin la necesidad de recorrer muchos kilómetros es que no necesitamos contar con dos semanas mínimo, para que el viaje resulte rentable. Para visitar Menorca, con disponer de un fin de semana o un puente, ya nos es suficiente. Y, si nos quedamos con ganas de mas, siempre podemos volver. Y seguro que nos quedarán ganas de regresar.
Menorca no es muy grande en extensión, 216 kilómetros de costa, pero, tiene tanto que ofrecer a quienes la visitan que el tiempo pasa volando. Arte, cultura, prehistoria, gastronomía, playas, calas, parques naturales…
Y si tenemos la suerte de alquilar una casa en Menorca en la que pasar cómodamente unos días, a ciencia cierta, cuando tengamos que marcharnos, nos quedará el gusanillo de volver. Volver a vivir su día a día, volver a conectar con sus gentes y volver a recuperar la tranquilidad perdida a causa del estrés al que nos vemos avocados en nuestra vida cotidiana.